Erase una vez bajo techo

En Amaime, un corregimiento de Palmira (Valle del Cauca), muchas casas fueron construidas con techos de plástico azul reciclado. Láminas reutilizadas del sistema de riego del Ingenio Manuelita se convirtieron en cobijo, color y paisaje. Ese azul, más que un material, era una atmósfera. Una forma de vivir la luz, de habitar la precariedad, de resistir desde los márgenes.

A este territorio llegué primero acompañando labores sociales de una fundación. Con el tiempo, lo que era ayuda se volvió vínculo, y lo que era registro se convirtió en este proyecto. Entre 2017 y 2020 desarrollé un proceso de trabajo de campo sostenido: fotografías, caminatas, conversaciones, cuadernos y pinturas que surgieron desde adentro.

Érase una vez bajo techo azul es una propuesta que articula pintura, archivo fotográfico y una instalación de más de 100 imágenes en pequeño formato. Es memoria visual de un territorio que ya comenzó a cambiar. Hoy, los techos azules casi no están. Pero queda el archivo, queda la pintura, y queda la necesidad de contar esta historia.

La muestra se propone como una acción de circulación por espacios culturales, para abrir conversaciones sobre ciudad, dignidad y formas de habitar desde los bordes.

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